Como ya sabéis, estudio, Maestro de Educación Infantil, en la Facultad de Humanidades y Educación, en la Universidad de Burgos.
En esta entrada os redacto, mi más puro sentimiento de porqué quiero ser maestra en un futuro.
A lo largo de nuestra vida, siempre nos han preguntado qué es
lo que queríamos ser de mayores. Puede que la respuesta variara dependiendo
quién te lo preguntara y a qué edad, pero, en mi caso, siempre solía decir las
mismas cosas: profesora de niños pequeños, militar o masajista. Estas dos
últimas, los años de bachillerato, cambiaron por química, pero ser maestra de
niños pequeños seguía en mi mente.
Para ser sincera, nunca me había planteado el por qué ser
profesora, la gran razón era y es, porque me gustan mucho los niños pequeños.
La otra gran razón es porque familia, amigos y conocidos me decían que se me veía
buena mano con los niños, de hecho, la mayoría siempre me ha motivado para que
sea maestra de infantil en un futuro.
Ahora, en cambio, desde que estoy estudiando para ser
maestra, esas dos razones siguen siendo de las más importantes. Pero existen
otras como, que lo considero un trabajo muy importante porque el futuro del
país depende de los niños. Sin embargo, tanto la carrera, como la profesión
están muy poco valoradas en la sociedad y en el país, por lo que a veces me
surgen dudas.
Por otro lado, quiero ser maestra para transmitir
conocimientos y buenos valores para contribuir a formar una sociedad mejor,
algo que parece necesitarse más que nunca. Otra razón es, porque los niños te
dan vida, así como que cada día y cada curso van a ser diferentes. Desde mi
punto de vista, esta profesión exige mucha dedicación, tanto para preparar
actividades, como para llevarlas a cabo, lo cual creo, que te mantiene joven y
activa.
Me gustaría destacar dos cosas: una, por un lado, es que
quiero ser maestra porque me considero una persona con bastante paciencia y
como dice el refrán “la paciencia es la madre de la ciencia”; la segunda, por otro lado
es, que me gustaría ser maestra, para ver la evolución de los niños, para
sentir su afecto, para ver su felicidad en su rostro cuando aprendan algo
nuevo, pero sobre todo, para que me recuerden, para que cuando sean mayores y
se acuerden de mí, lo hagan de una manera cariñosa y afectuosa, y destaquen que
fui una buena maestra.
Por último, pero igual de importante, me gustaría que mi
dedicación, sudor y trabajo se viera reflejado en las futuras profesiones de
esos niños, como por ejemplo: una buena enfermera, un buen abogado, un
reconocido deportista, un profesor con vocación…
Para finalizar, solo puedo decir, que todo esto que espero,
tarde o temprano sea posible, y que el espíritu y la motivación del principio
no me falte nunca.
Sólo puedo deciros, y aconsejaros, que si ya sois docentes, que repenséis el por qué queríais ser eso, el por qué seguís ahí, y si os falta entusiasmo y optimismo, valorarlo de nuevo. A los que vais a ser como yo, esperemos, me gustaría que opinarais sobre vuestras razones. Con la finalidad de que todos nos ayudemos, y hagamos de esta profesión olvidada y muy poco valorada, lo contrario.
¡¡HASTA OTRA BLOGGERS!! J
Me ha gustado bastante tu entrada, y que a pesar de ser un trabajo muy infravalorado hay gente que de verdad vale y tiene ilusión por sus alumnos. Merece la pena. Animo :)
ResponderEliminarCierto, muy cierto es. Gracias e iguaLmente :)
Eliminar